EL SANTO ROSARIO DE NUESTRA SEÑORA
María guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón. (Lc 2, 19)
El Rosario es una forma de unirnos a nuestra Señora atesorando los misterios de su Hijo Jesús. Yendo por las cuentas del rosario, se nos recuerda cómo la vida nos llega un momento a la vez. Las oraciones, dichas suavemente, casi se convierten en un canto de la abanza - "Bendita eres entre todas la mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús" - y una petición por la intercesión de nuestra Señora - "ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte."
El rosario comienza con el Credo de los Apóstoles, el Padre Nuestro y tres Avemarías por los dones de fe, esperanza, y caridad. El Padre Nuestro comienza y el Gloria termina cada grupo o década de 10 Avemarías. Mientras recitamos las oraciones, nos concentramos en un "misterio." En el primer misterio de dolor, por ejemplo, podemos pensar en la soledad de Jesús en el Huerto. Tal vez algún otro aspecto del misterio nos llama la atención o toca nuestro corazón. También es bueno pedir alguna gracia especial en cada misterio. Por ejemplo, en el primer misterio de dolor, podríamos orar por todos los que se sienten solos y traicionados por aquellos en quienes confiaban, abandonados por aquellos a quienes aman. Deja que el Espíritu Santo te guíe poco a poco cada vez que reces el rosario. |
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1. Hacer la señal de la cruz y rezar el credo de los apóstoles
2. Rezar el Padrenuestro 3. Rezar 3 Avemarías y Gloria. 4. Anunciar el primer misterio. Rezar el Padrenuestro 5. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria. 6. Anunciar el segundo misterio. Rezar el Padrenuestro. 7. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria. 8. Anunciar el tercer misterio. Rezar el Padrenuestro. 9. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria. 10. Anunciar el cuarto misterio. Rezar el Padrenuestro. 11. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria. 12. Anunciar el quinto misterio. Rezar el Padrenuestro. 13. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria. 14. Rezar la Salve. |
Las Oraciones del Rosario
La Señal de la Santa Cruz
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén.
El Credo de los Apóstoles
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos,
el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén.
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos,
el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén.
El Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal. Amén.
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal. Amén.
El Ave María
Dios te salve, María;
llena eres de gracia;
el Señor es contigo;
bendita Tú eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
Dios te salve, María;
llena eres de gracia;
el Señor es contigo;
bendita Tú eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
El Gloria
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Jaculatoria (Oración de Fátima)
Oh Jesús mío,
perdóna nuestros pecados,
líbranos del fuego del infierno,
lleva a todas las almas al cielo,
especialmente a las más necesitadas de tu misericordia
Amén.
Oh Jesús mío,
perdóna nuestros pecados,
líbranos del fuego del infierno,
lleva a todas las almas al cielo,
especialmente a las más necesitadas de tu misericordia
Amén.
SALVE REINA
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos;
y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
R. para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos;
y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
R. para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.